sábado, 1 de febrero de 2014

11 años

Aprendí a nadar en Plaza Huincul, ciudad petrolera que en esa época estaba en su apogeo. Como no tenían ríos ni lagos por la zona construyeron piletas enormes y desde toda la provincia iban a nadar allí. La tercera vez que fui me tocó parar en la casa de unos chicos mucho más pequeños que yo, era una especie de intercambio estudiantil, nosotros los recibíamos en invierno cuando venían a esquiar y ellos en verano para aprender a nadar. La madre de los chicos era muy hermosa y desenfadada, andaba en camisón por todo la casa. Por la noche, a la hora de dormir, estábamos mirando la tele con los chicos en la cama de sus padres, de repente entró la madre, se sacó el camisón y se quedó en remera y bombacha, yo me puse nervioso y se me erizó toda la espalda. Ella se acostó en la cama junto a nosotros, notó que me había puesto colorado y me sonrió de una manera que me pareció muy provocativa, después llegó el padre, también se acostó aunque por suerte nos mandó a todos a dormir. Cuando estábamos acostados y hablaba con los chicos, uno de ellos pronunció, en el medio de una historia que nos contaba, una palabra que nunca me había animado a pronunciar, coger. Me costó dormirme esa noche. A la mañana siguiente mientras la empleada nos servía el desayuno en la cocina aparezco yo en la televisión, era la nota que me habían hecho una semana atrás por el ovni que vimos en un campamento. Fue una situación rara para todos. En esa época había un solo canal y no era común aparecer en la tele. La madre me empezó a mirar diferente, como con miedo, los chicos me miraban como un héroe y la señora que trabajaba en la casa me sonrió con dulzura. Quien presentaba la nota era el nefasto Gómez Fuentes, recuerdo que se burló de nuestra inocencia. Mas tarde en la pileta me negué a aprender el estilo mariposa.