domingo, 31 de agosto de 2014

Meo culpa

Jazz charla con el Zurdo en la concha de tu madre.
Jazz: Si es transparente estoy diez puntos. Cuando era chico tuve hepatitis, en cama 40 días y cuarenta noches. Mi viejo me traía autitos, cuando volvía de la juguetería. El hígado me quedó mal. Zurdo: A mi ni te cuento.
Jazz: Cuando voy al baño por la mañana, me doy cuenta de como estoy, de como me pegó lo de la noche anterior. El viernes hicimos asado con los muchachos, comimos y tomamos a discreción. Estuvo realmente bueno, había un par a los que no veía hace años, cómo te va llevando la vida para cualquier lado, ¿no? Al otro día, cuando me levanté, me eché un meo, y salió color caramelo oscuro, caramelo líquido, ¿viste cuando hacés caramelo? que calentás el azúcar y te queda como un licor hirviente, miro eso y digo ¡chau! ataque al hígado, tres días mal.
Zurdo: ¡¡Ah!! por eso era lo de mea culpa, si tu jermu te veía el pis oscuro sabía cuanto te habías tomado, que no le habías contado, nunca se cuenta, nunca, se pierde la gracia, ¿no? De engañar a la bruja visste.

martes, 19 de agosto de 2014

Ana, te quiero Ana

Ana ordena ropa en su nuevo cuarto, con la aprobación de sus madres decidió irse a vivir con Jazz. Las cosas con él van bien y está entusiasmada. En su escritorio rosado puso dos portarretratos, la foto con sus mamás y la selfie que se sacó con Jazz cuando caminaban junto al mar.

viernes, 15 de agosto de 2014

Una vida de película

Jazz fue invitado a participar en el encuentro TED Buenos Aires 2014, su ponencia versaría sobre su emprendimiento de lluvias, a último momento y sin consultar con nadie decidió desempolvar un viejo escrito intitulado: Una vida de película, que dice así:
Buenas noches damas y caballeros, es muy grato para mi poder decirles algunas palabras sobre los temas que nos interesan en este derrotero galáctico anual.
Dividiré mi exposición en tres partes. La primera referida a los límites y prejuicios alrededor de la percepción de la realidad, luego una breve reflexión sobre los intersueños para terminar con la última película de la saga de mi vida.
No todo es como pensamos que es, los colores son un límite, el cerebro recrea gran parte de la información que recibimos basándose en juicios previos. Es demasiada información y se buscan atajos. Senderos de luz comprimida.
No vemos lo que no conocemos, basta el ejemplo del ojo mágico. Está frente a vos pero no lo podés ver. Porque no sabés como verlo.
Estas inconsistencias sobre la percepción de la realidad alientan las teorías que ponen en igualdad lo real y lo que uno puede imaginar, que existe mientras lo estamos imaginando, lo percibimos como si lo estuviéramos viendo, porque lo estamos viendo, y sintiendo. Por eso es tan importante ver y mirar, porque luego todo ese material visual se convierte en género para nuestra confección.
Una vía de investigación sobre la realidad y su percepción son las drogas. En ese camino las he probado a todas o casi todas y he podido concluir que algunas de ellas permiten trasponer fronteras de la percepción y acceder a nuevas sensaciones, sonidos, colores y olores. No es lo mismo un metro de encaje negro que un negro que te encaje un metro.
La realidad es todo aquello que no conocemos. Es mucho más profunda de lo que imaginamos y sólo accedemos a ciertos niveles de percepción, no somos todos iguales, hay personas que tienen sentidos más desarrollados y pueden percibir lo que otros no.
Existen signos universales pero son pocos, el sabor del agua y de la leche, el olor y la temperatura del viento, el olor a oxígeno. La mayoría de lo signos son culturales y sólo pueden leerlos quienes lo conocen. Somos todos primos.
Los sueños tienen también características notables referidas a lo que es real o no. Estamos convencidos que los sueños sueños son y no asumimos lo que sentimos realmente cuando despertamos después de un sueño intenso. No hay paredes en los sueños y no se necesitan piernas para salir ni alas para volar. Por eso duermo tanto, la siesta es religiosa, no se pierde el tiempo, se juntan géneros para confección.
Los sueños se conectan, se buscan, uno se puede conectar con los sueños de otros. Todas las noches soñamos pero algunos días de la semana nos encontramos con otra persona en intersueños, al despertar cada cual cree que el sueño es propio pero en realidad ha sido compartido.
En ese momento de la disertación Jazz se queda dormido sobre la mesa, bajan las luces, empieza a soñar, del público aparece una joven y hermosa colegiala con su vestido característico que comienza a bailar al ritmo de una furiosa cumbia villera. Jazz despierta y mientras termina de limpiarse los ojos es invitado, por la joven bella, a bailar. Juntos bailan toda la noche, siguen bailando cuando canta el gallo y sube el sol, bailan en la siesta y el atardecer. Termina la música, la joven sale corriendo para el fondo, detrás del telón, Jazz vuelve a ocupar su silla junto a la mesa, vuelve la luz y Jazz continua, si lo que imaginamos es tan real como la realidad misma podemos imaginar el futuro, podemos vivirlo antes de que suceda. Podemos hacer de nuestra vida una película, crearnos romances, aventuras, cumplir todos nuestros deseos. Exprimir la vida al máximo, agradeciendo cada segundo y viviéndolo con intensidad. Ayudín para la vida, ayudín para el trabajo. La ultima película de mi vida trata sobre la lluvia, soy el hombre que hace llover en el desierto. Yo imaginé la lluvia e imaginé el pozo de agua, luego sólo fui a perforarlo, y el agua brotó. Siempre tuve una relación muy especial con la lluvia, tanto es así que es la madrina de mi hija Ana. No me pregunten como lo hice, imagínenselo. Muchas gracias, buenas noches!


domingo, 10 de agosto de 2014

Charla al mediodía

Después de un tiempo Ana manejaba el negocio de las lluvias mejor que Jazz. Ella estaba al frente, Jazz aprovechaba para ir a visitar amigos y recorrer los bares. Se encontraban al mediodía para comer juntos, de vez en cuando. Charlando en la cocina.
Ana: ¿Qué hiciste anoche?
Jazz: ¡Uf! Anoche me lo encontré al Purly, terminamos en cualquiera, cantando tangos, reduros en un bar.
Ana: ¡Que bonito eh! ¿No te pareces que estás grande para andar tomando falopa?
Jazz: ¡No! Yo no tomo casi nunca, me hace mal, nunca pude engancharme, por suerte, pero de vez en cuando, cuando nos juntamos a comer un asado con los muchachos o cuando me encuentro con un personaje como Purly, me gusta. Los dos primeros tiros son buenísimos, después vas para abajo, irremediablemente.
Ana: ¡Ah! ¿sí?
Jazz: Tiene que ser pura o casi, sino además de no pegar como debería me baja las defensas, creo que es psicológico también, como las ganas de cagar, eso a mi no me pasa pero conozco gente donde es automático, vos decís bolsa y se cagan encima. Siempre que tomo gilada me resfrío, hace poco me agarró una infección en la nariz que me desfiguró la cara, no pude ir a trabajar.
Ana: ¿Qué fue lo peor que te pasó tomando merca?
Jazz: ¡Uf! muchas cosas, casi todas, no hay como el faso, es realmente medicinal creo yo, la merca es mala, pero te repito esos dos primeros tiros son geniales. El punto es tener equilibrio, a veces menos es mas. Me acuerdo una vez, me tocan el timbre a las ocho de la mañana, estaba estudiando en La Plata, era mi segundo año pero para ese momento ya me conocía todos los dealers. Mi hermana acababa de llegar a vivir conmigo. Me levanto, era el Cebolla, un tipo que vivía pasado y que era amigo de un compañero de facultad. Le abrí. Cuando entró me di cuenta de que estaba reduro, mal, tenía un ataque de persecución, yo ya lo había visto así en la casa de un amigo, se ponía paranoico, cerraba las persianas y los postigos, miraba por los ojos de la cerraduras y te preguntaba todo el tiempo quién estaba en la otra habitación, bueno, ese día volvió a repetir su escenita, lo mismo pero mucho mas exaltado. Sacó una jeringa y me preguntó si se podía picar. Imaginate mi cara, siempre me pareció mucho lo de picarse, nunca lo hice. Pensé en mi hermanita durmiendo plácidamente, calculé que estaría por levantarse. No, le dije, no. ¿Cómo que no? ¿qué te pasa? ¿qué me decís? ¿estás loco vos? ¿no ves que necesito un chute? Andá al baño le dije, anda al baño y limpiá todo. Claro loco ¿qué te pasa? ¿qué te pensás que soy yo? ¿quién está en el cuarto? ¡Para para! ¡al cuarto no! Está mi hermana, andá al baño, está todo bien. Tardó como veinte minutos, estuve a punto de entrar por si estaba desmayado, salió desfigurado, no podía ni caminar. Tengo que salir le dije. ¿Eh? ¿adónde vieja? que mala onda! No en serio me tengo que ir. ¿No querés un tiro? ¡dale! No gracias tengo que salir. ¡Dale! no seas mala onda loco, te vengo a visitar ¿y no me acompañas? Escuché ruidos en el cuarto de mi hermana. Bueno dale le dije, tomemos unos tiros. Armó cuatro rayotas, se tomó las dos más gordas y me dejó el resto, me las tomé y salimos del departamento. Me lo saqué de encima después de un par de cuadras y volví corriendo, por suerte mi hermana no había entrado al baño, busqué por todos lados por si había quedado alguna aguja, pero todo estaba bien. Salí nuevamente.
Ana: ¿Y qué hiciste?
Jazz: ¡Y viste! los primeros dos tiros son los mejores, me caminé todo el centro veinte veces mirando vidrieras, me compré una coca y después tres cervezas, volví al mediodía y me fui a dormir la siesta.

martes, 5 de agosto de 2014

Recuperando el tiempo perdido

Jazz y Ana viajan juntos de noche por el desierto. Ana lee en voz alta la carta que su madre le escribió a Jazz, que dice, querido Juan, espero que estés bien después de tanto tiempo. Nunca más supimos algo de vos, hasta que vi la publicidad de tus lluvias por la tele. Me pareció mejor escribirte, no se bien por qué. Tengo que contarte algo muy importante, junto a Paula, mi compañera, decidimos hace algunos años tener un bebé, ella tenía un familiar que trabajaba en el instituto Nacer y que te conocía a vos y a Ana de la facultad. Se me ocurrió una idea muy loca, una forma de aliviar un poco tanto dolor. Cuando mataron a Ana mi vida también se derrumbó, vos sabés que entre gemelas el vínculo es muy fuerte. Decidí usar tus genes para concebir junto a los míos un bebé. Se que es una locura y que te vas a enojar mucho y tenés razón, fui muy egoísta. Nunca nos llevamos bien, creo que tenía celos pero no por vos sino porque no quería que nada ni nadie me separe de Ana. Se también que sos una buena persona, que escondés todo bajo tu máscara preferida, pero yo te conozco. Nació una hermosa bebé que hoy tiene 16 años, le pusimos Ana y es igual a ella. Se que la hija de ustedes sería así, aunque con un carácter más dócil claro. Quiero que la conozcas, ella quiere saber la verdad, con Paula decidimos que es lo mejor. Tampoco te consulto sobre esto, ella se va a contactar con vos, se que seguís siendo el mismo de antes y te merecés un poco de luz en tu vida. Con cariño, Malvina. Ana dobla la carta y la guarda en el bolsillo de su campera. Jazz disimula la lágrima que escapó del largo encierro. Al otro día Jazz le muestra a Ana su fábrica de lluvias. Luego de tomar unos mates activa el efecto mar, caminan juntos por la orilla del océano pintado, bajo una calma llovizna.

Antes los chicos jugaban solos

Ana y Jazz miran la tele en la cocina. Jazz prepara asado al horno con papas. Ana sirve unos aperitivos. Parece que fueran pareja más que padre e hija. Casi no hablan ni se miran. Ana le alcanza el Pineral a Jazz y se sienta en la mesa. En la tele un roquero dice socarronamente ¿a quién no le rompieron el culo cuando era un pendejo? Jazz al escuchar la frase se da vuelta.
Jazz: ¿Qué dice éste?
Ana no responde, parece turbada, mira hacia otro lugar escapándole a la tele. Se levanta y abre la heladera.
Jazz: Mirá las boludeces que hay que escuchar, ¿qué buscás?
Ana: Nada, un limón...¿y vos qué sabés?
Jazz: ¿Eh? ¿de?
Ana: Digo, de lo que dijo el tipo.
Jazz se queda duro, piensa que no sabe nada de su hija, ni de como fueron sus años de infancia, se da cuenta de que Ana no está bien.
Ana: El año pasado iba caminando por la calle y noto que un tipo que venía de frente me miraba insistentemente, me sonríe. Me costó reconocerlo, era un vecino que había vivido a la vuelta de mi casa cuando era yo chiquita. Atiné a saludarlo y seguir, el se detuvo y me dijo ¿Te acordás de mi? Yo a vos te cogí cuando eras chica.
Jazz: ¿Qué? ¡Un hijo de puta! ¿y qué pasó?
Ana: Lo miré desafiante, él no se lo esperaba, le dije que no sabía quien era ni me importaba lo que estaba diciendo, que era un enfermo y un degenerado, y me fui corriendo.
Jazz: ¿Vos lo conocías al tipo?
Ana: Pensé que ya me había olvidado, es increíble como podemos tapar los hechos dolorosos, desaparecen como en una densa niebla, tal es así que aún después de intentar recordar que había pasado no logro nada.
Jazz se sirve otro Pineral. Ana cambia de canal.
Jazz: A veces es mejorar dejar a los fantasmas en paz.
Ana: ¡¡Mirá!! Encontraron al nieto de Estela, ¡¡que buena noticia!!
Jazz sonríe.
Ana: ¡Que buena noticia! ¡¡Hijos de puta!!