domingo, 30 de noviembre de 2014

Un mensaje para quinientos hijos

Comprendí que eran parecidos a mi aunque no nos hayamos visto nunca, y eso me entristeció, desde el primer momento. Siempre he pensado en ustedes y cada uno que se fue acercando me dio la posibilidad de conocerlo y poder seguirlo en secreto. La posibilidad de conocer aunque sea un poco de sus vidas. Cuando los miraba, desde el auto con vidrios polarizados, me largaba a llorar por no poder abrazarlos. Fueron muy fuertes, y yo, siempre fui y seré muy débil, la fortaleza entonces, no la sacaron de su padre. Me gustaría contarles todo lo que he aprendido en esta vida, todas las cosas que hay para considerar y las precauciones que hay que tener, pero sería en vano, se trata de mis experiencias, mis miedos, que nada tienen que ver con los suyos. Ya estoy viejo, y la época de mi juventud, va quedando en el olvido. ¿De qué valen entonces mis advertencias de falso puritano?, sólo espero que la vida florezca en sus días, que tengan miles de atardeceres más, que puedan llegar a ser felices, aunque sea un rato y que siempre pero siempre vayan para adelante, con la frente bien en alto, que nadie es más. Tengan en cuenta que los sueños son un mundo nuevo que hay que explorar. El sexo seguro es la mejor adicción. El vino tinto, con asado, con papas, con fideos y queso rallado. Respeten a todos pero háganse respetar, por la palabra, no por la fuerza. Sepan escapar de los malos corazones. Busquen amigos que jueguen a la par. Anímense a intentar volar. A sus madres no las conozco, o no las conocí. Pero no crean que me hacía la paja por placer o por dinero. Sus madres son mi Ana, la que perdí, la que no puedo olvidar. Me imagino que los ojos de sus madres son los de Ana, que su sonrisa los acunó y que sus besos y abrazos dieron fuerza y valor. No es fácil esta vida, no es divertido ser así. Sin embargo aquí estoy, casi por última vez, me estoy yendo. Encuéntrenme en mis versos, que son pocos y malos pero que hablan de ustedes y de todo lo que ame. Valoren lo que tienen y siempre, siempre, siempre, fumen chala en el mar.
Los quiere mucho, su Papá.

sábado, 29 de noviembre de 2014

Esas locas ondas electromagnéticas,

de como un hijo no reconocido de Jazz desarrolló una tecnología que mediante unos anteojos permitía ver las ondas electromagnéticas. Y ya nada fue igual, la abrumadora cantidad de ondas y rayos que nos atraviesan hace un siglo y medio quedaron a la vista. Las montañas verdes atropelladas por ondas multicolores. Las ciudades embrujadas en un enjambre infernal de ondas de radio. Luego el hijo de Jazz fue mas allá y logró dotar de color rojo las ondas cancerígenas. Lo único que había que hacer era ponerse los anteojos y esquivar los rayos rojos, el problema es que están por doquier. Por lo menos ahora sabemos porque nos morimos, y todo gracias a Caín, uno de los quinientos hijos que tuvo Jazz.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Morir junto al mar

Jazz desayuna mirando el mar, Javiera, su joven amante duerme. La lluvia golpea las ventanas de la casita del acantilado. A lo lejos un gran barco suena su sirena. El mar, inmenso, inconmensurable. Nos damos cuenta de que somos en el universo como un grano de arena en la playa, dice el cartel en la puerta de la casa. Jazz a sus setenta está feliz y calmado. Cuando para la lluvia sale a caminar por la playa, su perro lo acompaña. El aire fresco del pacífico le hace brotar millones de imágenes de su vida mientras cae desmayado en la arena. El perro preocupado comienza a ladrar. Javiera se ducha en el baño y no escucha nada. Pasa un largo rato, las aves sobrevuelan el cuerpo de Jazz. Al subir la marea el agua comienza a mojarle la cara, se mueve, abre los ojos. Un aviso piensa, el fin está llegando. Javiera se acerca corriendo y lo ayuda a levantarse, lentamente caminan hacia la casa, el perro los acompaña.

sábado, 15 de noviembre de 2014

De tal palo tal astilla

En uno de sus últimos viajes, Jazz observaba el bosque desde un colectivo que transitaba la Ruta 40. Pensaba que la naturaleza tenía las respuestas acerca de la razón de la existencia. Teníamos frente a nuestros ojos infinitos ejemplos de ciclos de vida pero la ignorancia humana desdeñaba las existencias de otras especies, como si fuera la única que tuviera conciencia. Jazz se preguntaba que razón tenía la vida si luego venía inexorablemente la muerte. Buscaba una manera de escapar de aquella pregunta sin aparente salida. Observó una montaña con un millón de árboles. Notó que todos eran muy parecidos aunque podía notar diferencias entre las especies y también dentro de cada especie. Sin embargo eran todos y todas árboles. Pensó lo mismo para los seres humanos, y entendió que una forma de que permanezca nuestra conciencia es si tenemos descendencia. Cada cual debería asegurarse de que al menos uno de sus hijos tenga hijos. Nuestros genes perdurarían, y más allá de la diferencias culturales, todos los hijos serán parte de mi, como yo lo soy de mi padre y mi abuelo. Jazz recordó cuando su padre le decía que era muy parecido a su abuelo, que tenía los mismos gestos y el mismo carácter pese a que Jazz no lo había conocido.
No todos logran perpetuar sus genes, si estamos leyendo esto es porque vamos bien, mientras estemos vivos estaremos a tiempo. Aunque no tengamos pareja, aunque seamos impotentes o frígidas. Cualquiera de nosotros podría hacer renacer nuestra especie en otro planeta con las condiciones necesarias. Porque todos somos uno, da lo mismo cualquiera de nosotros. Todos venimos de uno como todos los árboles y todas las flores, como todo el universo viene de un mismo comienzo.
¿Y qué queda entonces para quienes no desean tener hijos? o son estériles o pobres, se preguntó Jazz. Y mientras miraba la foto de su nieto recién nacido, que por cierto tenía la mirada de su padre, pensó, allá ellos.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

La sangre tira

Varias versiones de Jazz esperan a su nieto en la sala de espera del hospital. La madrugada de invierno ayuda a disimular la singular escena, incluso los que pasan no notan nada raro. Pero hay algo raro en el hecho de que seis versiones de Jazz estén al mismo tiempo esperando a su nieto. Al primer nieto que Jazz se permite conocer, la sangre tira piensan.
Jazz el pequeño, de apenas dos años, se chupa el dedo mientras mira la lucecita del cartel de emergencia que se prende y apaga. Jazz el de ocho, sufre en silencio, en un rincón, con la cara escondida entre las piernas. Jazz, el de catorce, mira desafiante a los enfermeros que pasan mientras se arregla su pelo encoloniado y su remera surfer amarilla y rosa. Jazz, el de veinte, es el que está mas feliz, vive el momento que siempre soñó, aunque en realidad para él es toda una ilusión, no es el hijo de su mujer Ana, sino de su hija Ana. Jazz, el de treinta, está dado vuelta mirándole el culo a las enfermeras. Por último, el actual Jazz, espera emocionado la llegada al mundo de su nieto. Se escucha el llanto desde la sala de parto, todos los Jazz comienzan a llorar, sale el padre de su nieto y se abrazan. Pasa una enfermera chilena, los abraza y le dice al Jazz actual, felicitaciones, tu ya tienes nieto.

El big bang, la mosca aplastada y el fantasma detrás de la cortina del baño

Cuando imaginás que hay un fantasma detrás de la cortina del baño, podés estar seguro que el monstruo está detrás de la cortina, cuando mirás desaparece. Si te parece imposible que eso suceda te aviso que estás en problemas, la teoría del big bang se basa en el mismo supuesto, que de la nada surgió algo y lo que existió después puede desaparecer en cualquier momento en un agujero negro. Podemos desaparecer en cualquier instante, de hecho vamos a desaparecer y nuestra mirada impávida se parecerá en parte a lo que siente una mosca en el instante anterior a que la aplastemos en la ventana.

sábado, 8 de noviembre de 2014

El futuro llegó hace rato

Jazz habla por teléfono visual con el Zurdo, por primera vez después de tres años.
Zurdo: ¿Y vos cómo andás?
Jazz: Joya, con algunos achaques nomás, me volvió el dolor de espalda, necesito tus masajes, ¡jajaja!
Zurdo: Dejate de joder viejo choto. ¡¡Somos dos viejos chotos jaja!
Ana: Hola, ¡ey! ¡Zurdo! ¿cómo andás?
Zurdo: ¡¡Nena!!
Jazz: Hija, que bueno verte.
Ana: Quería invitarte para el baby shower, este viernes a las cinco. Vos Zurdo estás invitado también claro.
Zurdo: No nena, estoy en las Malvinas.
Jazz: ¿En las Malvinas?
Ana: ¡¡Que copado!!
Zurdo: Enganché una misión científica que necesitaba un cocinero.
Jazz: Vos andás buscando marineritos, ¡jaja!
Zurdo: Dejate de joder viejo choto. No nena, no puedo sino encantado.
Ana. ¿Vos venís pa?
Jazz: Claro hija, allí estaré, ¿qué hay que llevar?
Zurdo: Y, un regalo, ¿qué vas a llevar?
Jazz: Callate viejas locas.
Ana: Que bueno verlos juntos, bueno me tengo que ir, los quiero, besos pa, te espero el viernes, no te olvides.
Jazz: Dale, beso.

lunes, 3 de noviembre de 2014

En su fábrica de lluvias, Jazz habla por el altoparlante

¿Qué quedará de mi cuando me muera? El mundo seguirá girando, el sol y la luna también. Para muchas personas mi muerte será solo la noticia del día, y habrá una inmensa mayoría que nunca se enterará de mi existencia. La vida es así, ¿de qué me asombro?, basta mirar a las hormigas para entender que la individualidad no alcanza para mantener una especie. Sin embargo me da un poco de nostalgia que se termine todo. ¡Qué ganas de volver a mis años mozos! Y hacer todo lo que no hice, por miedo, inseguridad o vergüenza. Como disfrutaría hoy bañarme en el lago y caminar de la mano por un bosque en otoño. ¡Cuantos lugares no he visitado! ¡cuantas comidas no he probado! ¿Se puede decir que he vivido?, ¿o solo los que quedan en la memoria colectiva tienen ese privilegio? No somos nada y a nadie le interesamos tanto.
Sin embargo aun respiro, y siento el viento tibio y dulce en mi cara. Puedo apreciar un buen vino y conquistar a una joven dama o a un joven caballero. Les puedo robar algo de su juventud mientras nos damos un beso. ¡Viejo verde! me dicen las viejas del barrio, pero eso nada me importa, ocúpense mejor de sus solitarios corazones rotos, que yo he de ocuparme del mío.
La voz de Jazz resuena en el hangar vacío, afuera, una larga fila de ciudadanos del futuro, esperan que se abran las puertas de la fábrica de lluvias. Y las puertas se abren, la gente corre para ganar un lugar. Desde el altoparlante Jazz va guiando a la gente.
Jazz: Por acá primero, tengan la plata en la mano por favor, para ganar tiempo. Hoy las lluvias están intensas, tenemos muy buena presión, vamos vamos tengan paciencia, ¡con la plata en la mano por favor!

sábado, 1 de noviembre de 2014

Relaciones paradigmáticas

Jazz se enamora de Ana, que era hermana de un amigo de la facultad. Ana amaba la música y Jazz era un hábil guitarrista de jazz. Juntos comieron por primera vez en La Boca, un lugar que los dos anhelaban conocer. Sus padres eran de Boca y sus madres de river. El cuerpo de Ana lo encontraron en las orillas del río Reconquista. Tenía en su mano una prendedor que Jazz le había regalado porque tenía una aguamarina. Siempre discutían sobre los mares de agua dulce, sobre los obeliscos de chocolate y las cataratas de miel. Las abejas se arremolinaron en su cuerpo, pero no la tocaron. Jazz tampoco se animó a tocarla, al principio. Sus labios parecían distantes y fríos. Los días de lluvia Jazz va a La Boca, y se come un choripán frente a un artista callejero. Es un sintagma sin verbo, un cristal sintagmatizado, un portal hacia la nada. Todo al descubierto, la simpleza del mundo y el laberinto del cerebelo. Un viento tibio y dulce que sin embargo, llena a Jazz de una infinita tristeza. Menos mal que están las chicas, piensa, que Ana será mamá, y yo abuelo.