martes, 16 de diciembre de 2014

Se fue durmiendo

Me desperté de golpe, enseguida apareció el dolor en el costado, en el lado izquierdo. Traté de agarrar el vaso de agua pero el dolor me impedía moverme. El tocadiscos se encendió como de costumbre, como embrujado por el viento de la tía Juli, quien me regaló el instrumento. Alfredo Zitarrosa llenó la habitación con su voz socarrona y su dignidad al recitar.
Todo empezó a apagarse, los colores se fueron destiñendo, lavando, como la calle desde un vidrio empañado. Y la música fue quedando arriba mientras caía en el vórtice de un tornado de papeles de colores. Caí durante mucho tiempo, cada vez más rápido, y no hubo más sonido, ni risas, ni llantos. Se apagó la luz de mi cuarto y toda luz de algún recuerdo vivido o imaginado.
Y así nada quedó, todo no fue.