miércoles, 16 de julio de 2014

Patagonia de gigantes

Estaba sentado en una banco de una parada de colectivos de una ciudad neuquina, esperando el amanecer. Comienzo a sentir un temblor profundo, cada vez más fuerte y más cercano. Era mi primera vez en la Patagonia y no sabía nada de los gigantes, cuando a 50 metros de mi veo las enormes piernas de un ser cuyo torso y cabeza tapaban los árboles. Tenía un pantalón de gabardina azul y unas All Star anaranjadas. Estaba parado como indeciso mientras comía algo que no alcanzaba a ver pero que por las sobras que caían y rebotaban hasta mis pies parecía ser algo crudo y sangriento. Me aterroricé, una joven madre llevaba a su pequeña niña a la escuela, el gigante al verlas comenzó a perseguirlas para aplastarlas, escaparon de milagro al guarecerse en un pozo de agua. Después el gigante me miró de frente, me quedé quieto mirándolo a los ojos, en ese momento comencé una lluvia, que fue subiendo de intensidad hasta convertirse en granizo. Miró sin comprender, sin dejar de mirarlo inicié una tormenta y comencé a cantar bajo la lluvia, ya saben, la música calma a las fieras. Él bajo la vista y se fue pateando un par de autos viejos. La joven madre y su niña salieron del pozo y me hicieron un gesto de agradecimiento, en ese momento llegó el colectivo.