lunes, 3 de noviembre de 2014

En su fábrica de lluvias, Jazz habla por el altoparlante

¿Qué quedará de mi cuando me muera? El mundo seguirá girando, el sol y la luna también. Para muchas personas mi muerte será solo la noticia del día, y habrá una inmensa mayoría que nunca se enterará de mi existencia. La vida es así, ¿de qué me asombro?, basta mirar a las hormigas para entender que la individualidad no alcanza para mantener una especie. Sin embargo me da un poco de nostalgia que se termine todo. ¡Qué ganas de volver a mis años mozos! Y hacer todo lo que no hice, por miedo, inseguridad o vergüenza. Como disfrutaría hoy bañarme en el lago y caminar de la mano por un bosque en otoño. ¡Cuantos lugares no he visitado! ¡cuantas comidas no he probado! ¿Se puede decir que he vivido?, ¿o solo los que quedan en la memoria colectiva tienen ese privilegio? No somos nada y a nadie le interesamos tanto.
Sin embargo aun respiro, y siento el viento tibio y dulce en mi cara. Puedo apreciar un buen vino y conquistar a una joven dama o a un joven caballero. Les puedo robar algo de su juventud mientras nos damos un beso. ¡Viejo verde! me dicen las viejas del barrio, pero eso nada me importa, ocúpense mejor de sus solitarios corazones rotos, que yo he de ocuparme del mío.
La voz de Jazz resuena en el hangar vacío, afuera, una larga fila de ciudadanos del futuro, esperan que se abran las puertas de la fábrica de lluvias. Y las puertas se abren, la gente corre para ganar un lugar. Desde el altoparlante Jazz va guiando a la gente.
Jazz: Por acá primero, tengan la plata en la mano por favor, para ganar tiempo. Hoy las lluvias están intensas, tenemos muy buena presión, vamos vamos tengan paciencia, ¡con la plata en la mano por favor!